lunes, junio 04, 2007

Agrocarburantes y crisis energética, desde Canarias.


Agrocarburantes y crisis energética.

- Introducción.

La biomasa forma parte de una forma tradicional de obtener energía, a partir de la materia orgánica que proviene de las plantas. Fue el principal recurso energético exógeno de los pueblos – además del trabajo animal - hasta el comienzo de la era de los hidrocarburos. La leña fue el soporte para la obtención de altas temperaturas, imprescindibles para la confección de instrumentos de hierro, coción de la comida, elaboración de objetos de la vida cotidiana, etc. Con el advenimiento del carbón y, posteriormente del petróleo y el gas, el uso de la madera y la presión maderera sobre los bosques disminuyó en los países con mayor acceso a los combustibles fósiles, aunque sigue siendo una fuente importante de recursos energéticos para los pueblos pobres del mundo.

Sin embargo, el impulso del cultivo de las plantas para la obtención industrial de combustibles – esencialmente para el transporte – tiene mucho que ver con la crisis energética de 1973, con el embargo petrolero de los países árabes. En ese momento, Brasil impulsó el cultivo de caña de azúcar para la obtención del etanol. Ahora bien, no ha sido hasta el comienzo del Siglo XXI cuando, a raíz de las continuas subidas del precio del petróleo, se han intensificado los proyectos y apoyos para la proliferación de los llamados “cultivos energéticos”.

Nos centramos aquí en el uso de los cultivos intensivos para la obtención de agrocarburantes. Por su pequeñísima entidad y aportación mínima posible al mix energético local y global, los aceites de fritura, los aprovechamientos residuales de otros aceites, etc. son excluidos de la referencia[1].

- ¿Son los agrocarburantes “combustibles renovables”? Una cuestión de balance energético.

Normalmente los agrocarburantes, o biocombustibles son considerados como “energía renovable”, por cuanto se obtienen de la biomasa, aprovechando un recurso que se puede regenerar con el crecimiento de nuevas plantas. Sin embargo, hablamos de la obtención industrial de estas cosechas, lo que supone un uso intensivo de la energía. Por lo tanto, es necesario, como en el conjunto del análisis de los recursos energéticos, hacer un “balance” de la energía que hay que aportar para obtener energía: es la llamada “Tasa de retorno energético”, traducción española de la expresión inglesa “Energy retourned on energy invested” (energía obtenida a partir de la energía invertida). Los agrocarburantes, en su proceso de obtención, requieren de insumos energéticos importantes: maquinaria, pesticidas, fertilizantes, sistemas de riego, diversos sistemas de procesado, etc. Estos insumos hacen de los cultivos energéticos un proceso con un balance energético que lo aleja del concepto de “renovabilidad”.

Los profesores David Pimentel y Tad W. Patzek, respectivamente de las Universidades de Cornell y de Berkeley, especialistas en en agricultura y en procesos de ingeniería, consideran “que no hay beneficio energético de usar la biomasa para la obtención de combustibles líquidos”[2]. Según los mismos, “en términos de balance energético para la producción de etanol, el estudio realizado concluye que: el maiz requiere un 29% más de energía fósil que la producida de forma equivalente; el “switch gras” requiere un 45% más, y la biomasa a partir de la madera requiere un 57% más energía fósil que la que produce el combustible obtenido”. En el caso de los biodiesel: el obtenido a través de la soja requiere un 27% más que la energía que produce, y con el girasol, un 118% más.

Estas afirmaciones, que provienen del profesor Pimentel, considerado un experto mundial en energía y alimentación[3], han generado un intenso debate sobre la mayor o menor renovabilidad del uso de la biomasa para obtener combustibles líquidos. Existen diversos cálculos del coste energético de obtención de los agrocarburantes, desde los que consideran negativo el balance – como el profesor Pimentel – hasta los que avalan el rendimiento neto positivo. Sin embargo, lo que es obvio es que el proceso de obtención de los agrocarburantes es intensivo en uso de energía: además de los insumos propios de la agricultura moderna (intensiva en uso de energía), el procesado de la producción agrícola requiere de una instalación industrial que reducen el balance energético positivo que pudiera tener. Hay que partir de que la energía acumulada en una planta es sustancialmente inferior a la que contiene un peso equivalente de un combustible fósil, que también requiere de procesos industriales para su refino y uso posterior. Estamos pues, en el mejor de los casos, ante un combustible con un rendimiento energético sustancialmente inferior al del petróleo por unidad equivalente, un rendimiento bajo que algunos, para el etanol que proviene de granos, sitúan entre un 1.1 un 1.3 sobre 1 unidad invertida[4]. No obstante, existe una amplia variación de retornos energéticos entre los diferentes agrocarburantes. Así, se considera que el mejor retorno energético provendría del etanol obtenido a partir de la caña de azúcar (en Brasil, además, se usa fundamentalmente mano de obra para su cosecha, lo que abarata la producción).

- ¿Sustitutivo del petróleo?

¿Pueden los agrocarburantes sustituir al petróleo? Una vez que sabemos que el rendimiento energético es bajo – algunos como Pimentel cuestionan que negativo, y que es “positivo” gracias al engranaje industrial facilitado por los combustibles fósiles: pesticidas, fertilizantes, maquinaria, etc. – debemos aclarar si usados pueden sustituir esencialmente el volumen actual de petróleo para transportes.

Estamos ante una cuestión de escala. Debido a la amplia extensión de terreno preciso para obtener una producción de agrocombustibles, el límite de la extensión de los mismos está en la superficie agrícola disponible, sin que supusiera un conflicto con otros usos del territorio: cultivo de alimentos, zonas forestales, etc.

Algunos datos nos ilustran sobre la cuestión:

sería necesaria toda la producción agrícola de la Unión Europea para abastecer apenas el 30% de las necesidades actuales – no las futuras – de combustibles.
“Para cumplir el requisito del 5,75% de los agrocombustibles exigidos por los objetivos de la Unión Europea, se requeriría el 20% de la superficie de la Unión Europea dedicada al cultivo de granos”.
“para satisfacer la demanda actual de combustibles fósiles sería necesario destinar a la producción de agroenergéticos el 121 por ciento de toda la superficie agrícola de ese país”.
“a pesar de destinar una quinta parte de la cosecha de maíz norteamericana a la producción de etanol en el 2006, este esfuerzo apenas si sirvió para suministrar tan sólo el 3% de la demanda de combustible de los Estados Unidos”.
“Tal como lo plantea Miguel Angel Llana, dado que una hectárea “ produce una tonelada bruta de bioetanol o bíodiesel … haciendo una estimación muy generosa, para sustituir el consumo de petróleo y gas necesitaríamos casi cuatro veces (3,91) la superficie mundial dedicada a cultivos y pastos, aunque la mayoría de los suelos no podrían utilizarse por ser inadecuados o de mala calidad. Para centrar el problema, si quisiéramos sustituir sólo el 5 % del consumo de petróleo y gas, necesitaríamos sacrificar el 20 % de la superficie agrícola total de cultivos y pastos, pero si nos referimos sólo a la superficie de cultivos, este 5 % requeriría disponer del 64 % de la tierra cultivable disponible en el mundo.”[5]

Por lo tanto, no es viable la sustitución de usos, por una cuestión del espacio requerido para el desarrollo de las actividades agrícolas para la alimentación y el mantenimiento de la superficie forestal. Pero es más, no es posible la sustitución en una escala importante, y menos aún garantizar incrementos de consumo anual, como hoy existen, para la alimentación de un parque móvil creciente.

De hecho, “los biocarburantes alcanzaron en España en el 2006 una cuota de apenas el 0,53 por ciento del mercado nacional de gasolinas y gasóleo para el transporte”[6].

- Conservación del suelo. Materia orgánica y suelo. Contaminación. Agua.

Uno de los problemas más graves existentes en la actualidad es la grave desertificación que afecta aproximadamente a una cuarta parte de las tierras cultivables del mundo. Una de las causas de la desertificación es el uso agrícola intensivo del suelo, que fuerza la erosión del mismo y la pérdida de su riqueza orgánica, al considerar como “residuo” la parte no comestible de la planta, y no devolverla al suelo, elemento esencial para mantener su estructura y productividad a medio y largo plazo. Precisamente los agrocarburantes, para su obtención, precisan de cultivos intensivos y sin rotación, para optimizar la producción, tal y como hoy se viene haciendo, pero a costa de disminuir la riqueza de materia orgánica del suelo, reforzando los procesos de agotamiento y erosión del mismo.

Como comenta Alice Friedemann, “los residuos de las cosechas son esenciales para la nutrición y carbono del suelo y para la retención del agua. Hacer etanol a partir de la celulosa de los residuos del maiz – la parte de la planta que no nos comemos (hojas, raíces y el tallo), elimina agua, carbono y nutrientes (Nelson 2002, Mc Aloon 2000 y Sheehan 2003). Estas prácticas llevan a una disminución de la cosecha y, en última instancia, a la desertificación. El incremento de las plantaciones para combustible acelerará los ya actualmente inaceptables niveles de erosión del suelo y declive de carbono y nutrientes en el suelo, compactación del suelo, retención del agua, declive del agua, contaminación del agua, contaminación atmosférica, eutrofización, destrucción de pesquerías, salinización, pérdida de biodiversidad y daños a la salud humana (Tegtmeier 2004)”[7].

Por otro lado, algún estudio[8], ha considerado que el incremento masivo del uso de etanol como combustible de automoción puede incrementar los riesgos de cáncer y problemas para la salud relacionados con el ozono. En un estudio realizado en los EE.UU. se concluyó que el combustible E85 (85% fuel de etano, y 15% de gasolina) podría incrementar la mortalidad relacionada con el ozono, las hospitalizaciones y el asma. “Según Jacobson, el etanol produce más hidrocarburos que la gasolina y el ozono es resultado de hidrocarburos y óxido de nitrógeno bajo el sol. Además añade que el etanol produce más químicos de larga duración que finalmente se convierten en hidrocarburos y, por último, indica que el etanol produce menos óxido de nitrógeno, lo cual puede tener un efecto negativo en lugares contaminados”.

- Límites de rendimientos de la agricultura industrial. Crecimiento versus límites. Comida versus combustible. Deforestación y conflictos por el suelo.

Normalmente, los análisis sobre la viabilidad de cultivos energéticos parten de que éstos se realizarán usando las técnicas de la agricultura convencional. Sin embargo, la agricultura industrial está lejos de ser “sostenible” y deseable como modo fundamental de alimentación de la humanidad, porque su mantenimiento está condicionado por un uso insostenible de insumos energéticos, el agotamiento de los suelos, su fertilización excesiva, la salinización y desertificación y el agotamiento de los acuíferos, etc. La Ley de los “rendimientos decrecientes”, formulada por el francés Turgot en el Siglo XVIII advierte del descenso del rendimiento marginal progresivo a partir de un mismo esfuerzo en la producción, y fue concebida para específicamente para la agricultura. La gran transformación que acompañó a la agricultura en el Siglo XX, de la mano de la obtención industrial de los fertilizantes y la mecanización intensiva, ha generado una auténtica multiplicación de la rentabilidad de la actividad agrícola, aunque a costa del uso intensivo de los combustibles fósiles, el empobrecimiento de la materia orgánica, la vulnerable simplificación de los cultivos – eliminación de rotación, de variedades locales de semillas - , etc. de tal manera que, por un lado, la abundancia de insumos es imprescindible para mantener ese “rendimiento” y, por otro lado, inclusive con estos, hay signos de dificultad del mantenimiento de la intensidad de los resultados agropecuarios, debido a que cada vez son más necesarios nuevos insumos (fertilizantes, pesticidas, etc.) para el mantemiento de la misma cosecha.

Lester Brown habla de la existencia de una “burbuja alimentaria” [9], que podría estallar, debido a la existencia de varias tendencias insostenibles:

- la sobreexplotación de acuíferos está alcanzando sus límites, y hay muchas zonas en el mundo en las que el declive de los recursos de agua podría alterar los rendimientos agrícolas. Producir una tonelada de grano requiere 1000 toneladas de agua con la agricultura convencional industrial. El autor predice una crisis de la abundancia del agua que repercutirá en un descenso del rendimiento de las cosechas.
- el incremento generalizado de las temperaturas en los últimos años – previsible debido al cambio climático – disminuye el proceso de la fotosíntesis a partir de una determinada temperatura, causando deshidratación y reduciendo las cosechas.
- Disminución de las cosechas de granos por persona a nivel mundial. A pesar de que la producción mundial de cereales está en sus máximos históricos, han existido descensos en la misma que auguran problemas para incrementarla sustancialmente. Muchos países – con incrementos poblacionales importantes – están incorporándose al grupo de importadores de granos, y los precios de éstos están incrementándose de forma sustancial.
- China, con su incremento poblacional y de consumo per cápita, está protagonizando una creciente pugna por los alimentos en el mundo.

Como vemos, el suministro mundial de alimentos debido a diversos factores, se encuentra ante un reto: la alimentación de una población creciente (de 1999 a 2006 la población mundial se ha incrementado en 500 millones de habitantes), en un entorno crecientemente antropizado, llevando al límite – no sostenible – la disponibilidad de agua, insumos energéticos, etc. y con perspectivas de decrecimiento per cápita y, previsiblemente, en números absolutos.

La agricultura mundial no es sostenible en sus parámetros actuales. No lo es para la alimentación de las personas, y menos aún para la alimentación de los vehículos, por razones obvias.

Lo que de hecho ya está ocurriendo, inclusive con pequeñas producciones de agrocarburantes a nivel global, es que se ha abierto la pugna entre la extensión de este recurso energético y la alimentación de la población mundial, así como la conservación de zonas naturales. Como han reconocido diversos expertos, organismos internacionales, medios de comunicación, etc. la desviación de producción de granos y otras cosechas a la producción de agrocarburantes, está provocando alzas en los precios de los alimentos[10].

Recientemente declaraba un experto brasileño en agrocarburantes: “Tenemos 80 millones de hectáreas en la Amazonia que van a transformarse en la Arabia Saudí del biodiesel”[11]. Esta imagen, junto a los procesos de deforestación que sufren países como Indonesia o Malasia[12] para la obtención de aceite de palma, uno de cuyos usos es el de biocombustible, es el retrato del avance de los biocombustibles a expensas de zonas naturales, entre ellas bosques tropicales.

- Agrocarburantes: una salida infructuosa, desesperada y cruel ante la crisis energética.

La promoción mundial de los agrocarburantes constituye una desesperada y falsa salida a la crisis energética derivada de la llegada más o menos inmediata al cenit y declive del petróleo y la incapacidad de la producción mundial energética de satisfacer el crecimiento exponencial de las necesidades de energía para los próximos años. La Agencia Internacional de la Energía estimó recientemente que el mundo, usando criterios incluso conservadores, precisaría un 50% de energía primaria para el año 2030, pero el declive primero del petróleo, la pugna y cenit del gas, el cenit más o menos próximo del carbón de buena calidad, harán viable ese escenario, estando abocado el mundo a un declive energético en términos relativos y absolutos y a no poder seguir creciendo en disponbilidad energética por habitante. El objetivo principal de los agrocarburantes es intentar paliar las consecuencias del alza del petróleo en su papel de alimentador de más del 95% de la flota mundial de los diversos medios de transportes. Sin embargo, parece que el declive del petróleo – y su alto precio – no podrá ser sustituido por los biocombustibles, ni siquiera en una pequeña escala; pese a ello, la pequeñísima fracción actual de crecimiento de agrocarburantes y el intento de promover esa imposible sustitución ya está provocando alzas en los precios de los productos alimentarios, procesos de deforestación y dedicación de espacios de cultivo a la “alimentación” de coches frente a las personas, en un mundo con alrededor de 850 millones de personas con problemas graves de desnutrición.

Afrontar la crisis energética requiere, en primer lugar, adoptar las medidas posibles para mejorar la grave dependencia alimentaria del exterior que tienen muchos territorios del mundo, entre ellos Canarias. Para ello, es urgente recuperar el suelo en vías de desertificación y abandono agropecuario. Por otro lado, la primera medida de adaptación a la situación energética global es la reducción del uso de carburantes para el transporte, de forma sostenida, invirtiendo de forma absoluta la actual tendencia de incremento de la dependencia del transporte para las actividades socioeconómicas, auténtico talón de aquiles de las sociedades con alta dependencia del exterior como la insular.

La adopción de medidas de “importación de biocombustibles” o de promoción industrial del mismo[13] no coadyuva a estos objetivos, facilita tensiones alimentarias internacionales y procesos de empobrecimiento del suelo en los lugares de cultivos energéticos y genera aún mayor dependencia del exterior para el suministro de combustible. Más aún, estamos hablando de la posible importación de materias primas del continente africano, agudizando un proceso de saqueo de recursos naturales del continente (combustibles fósiles, materias primas agrícolas y minerales, etc) que es uno de los principales factores que ha sumido a ese continente en un alto grado de miseria y destruyendo economías locales de supervivencia.

[1] En el caso de Canarias, se estima que el potencial de uso de aceites usados para su procesamiento es de unas 12.000 toneladas/año. En el caso de Canarias, durante 2006, se consumieron más de 700 mil toneladas, sólo para gasoil de automoción. Por lo tanto, usar todo el potencial de aceites usados en Canarias no cubriría ni siquiera el 2% de la demanda existente en la actualidad para gasoil, ni siquiera para gasolinas.
[2] http://www.renewableenergyaccess.com/rea/news/story?id=34440
[3] Biografía en: http://www.entomology.cornell.edu/Faculty_Staff/Pimentel/pimentel.html
[4] “The energy return on grain ethanol is very low. Published studies put this number at around 1.3, but the return for fossil fuels in and ethanol out averages less than 1.1. Animal feed byproduct that is given a BTU value pushes the EROEI up to 1.3. Therefore, for 1 BTU of energy expended, less than 1.1 BTUs of ethanol can be produced, along with an additional 0.2 BTUs of animal feed. The net is then 0.3 BTUs with the byproduct credit, or about 1/17th of the fossil fuel net”. http://www.theoildrum.com/node/2199 ; Biocombustibles y uso energético de la biomasa: un análisis crítico. Resulta mucho más razonable el uso de la materia orgánica para la mejora de los suelos, por Óscar Carpintero, profesor de Economía aplicada de la Universidad de Valladolid. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50111
[5] Referencias tomadas de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50765
[6] http://www.ambientum.com/boletino/detalle.asp?id=36615&cat=Energía
[7] http://www.energybulletin.net/28610.html - Peak Soil: Why cellulosic ethanol, biofuels are unsustainable and a threat to America, by Alice Friedemann.
[8] “Effects of Ethanol (E85) Versus Gasoline Vehicles on Cancer and Mortality in the United States”, Mark Jacobson, profesor de Ingeniería Civil y Medioambiental de la Universidad de Stanford. http://www.stanford.edu/group/efmh/jacobson/E85PaperEST0207.pdf
[9] “The food bubble economy” (la economía de la burbuja alimentaria) http://www.energybulletin.net/4070.html,
[10] EL PAIS: La ONU alerta sobre el aumento descontrolado del uso de etanol. El organismo avisa de que causará más pobreza, hambre y polución; ¿Comida o combustible? La apuesta de EE UU por los biocarburantes pone en guardia al mercado alimentario.
[11] Estados Unidos y Brasil: La nueva alianza etanol: http://www.ircamericas.org/esp/4047
[12] Palma aceitera y soja: dos cultivos comerciales paradigmáticos de la deforestación. http://www.wrm.org.uy/boletin/85/palma.html
[13]Empresa norteamericana prevé construir una planta de agrocarburantes en Gran Canaria, usando palma de aceite africana.” Según informa el Diario La Provincia, Una empresa de EE UU quiere abrir en el Sureste una planta de biodiesel . La Opinión de Tenerife: DISA proyecta instalar una planta de biodiésel en el polígono de Granadilla. Producirá 150.000 toneladas anuales a partir de distintos tipos de aceites”.

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