viernes, enero 16, 2009

Agua, alimentos, energía y África: Canarias y las prioridades del desarrollo


“El declive de los actuales yacimientos de petróleo es un problema clave (…). Aunque la demanda de petróleo no creciera hasta el año 2030, harían falta cuarenta y cinco nuevos millones de barriles de petróleo – el equivalente a cuatro Arabia Saudís – para compensar el declive de los yacimientos actuales, que estimamos en un 6,7% anual”[1]
Fatih Birol, Director de la Agencia Internacional de la Energía

Introducción

El desarrollo en las Islas Canarias pasa por la importación de los insumos, bienes de equipo y demás elementos que intervienen en un proceso de ese tipo, dejando la actividad en suelo del Archipiélago para la transformación de la materia prima, en el mejor de los casos (productos refinados del petróleo, alimentos y bebidas, materiales de construcción, etc.), o especialmente para su redistribución y mínimo procesamiento final, especialmente en el mercado interior.

La profunda crisis financiera y del propio modelo productivo está suponiendo un importante varapalo para las expectativas de crecimiento que la mayoría de los planes económicos convencionales dibujaban para el futuro inmediato, en el que se preveía la consolidación del crecimiento de China e India, la integración del continente africano, en el ámbito Subsahariano y, en general, un relanzamiento del proceso de globalización.

Sin embargo, estas expectativas se han visto truncadas por un proceso recesivo global, que ha venido a cuestionar el crecimiento, generándose un importante debate sobre la dimensión de esta nueva fase económica y las perspectivas de futuro. En este entorno, ¿qué desarrollo cabe en Canarias?

El marco financiero: ¿más crecimiento?

Colin Campbell, geólogo fundador de la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas, expresó, ya en el año 2005[2], que la crisis energética – que ya en esos años estaba empezando a mostrar uno de sus primeros síntomas en el incremento de los precios del petróleo – tendría como consecuencia una importante crisis crediticia. Según él, la expansión del capital ha sido enorme en estos años de crecimieto en la disponibilidad de energía. Sin embargo, esa expansión del capital tiene como base el crédito y la devolución de lo prestado, con intereses, en la confianza de que el crecimiento económico futuro serviría para abonar ese capital. Según Campbell, la crisis energética – el petróleo convencional muestra síntomas de agotamiento de su capacidad de crecer en los últimos años – pondría en crisis, en consecuencia, el crecimiento económico y, por tanto, la devolución del capital, llevando al mundo financiero a una inevitable reestructuración.

Las palabras del geólogo, unidas a las declaraciones del Director de la Agencia Internacional de la Energía sobre el coste de incrementar la producción petrolera, nos ilustran sobre cuán importante es el calibre de la crisis que afronta el modelo de crecimiento, una vez asumamos que la energía es requisito sine qua non para el desarrollo de cualquier estructura productiva.

Es importante tomar en cuenta estas aseveraciones para dar la importancia precisa al fenómeno de crisis financiera global que hoy acontece. Más allá del fenómeno de la burbuja inmobiliaria, los créditos subprime, etc., debemos recordar la correlación existente entre el consumo energético y de recursos en general, su valor creciente, y el crecimiento económico. La escalada de precios del petróleo entre el año 2003 y 2008, además de los factores considerados como especulativos, tenía un fundamento en una insuficiencia de oferta “barata” para atender una creciente demanda, y las causas principales de ese fenómeno se mantienen, solo que el proceso de recesión global ha desplazado del mercado de consumo de energía a sectores importantes de población y actividad económica. Según algunos analistas, el rebote económico traería, nuevamente, un rebote de precios del combustible, incidiendo en una espiral de recuperación – recesión que se mantendría el tiempo en que la economía global mantenga su “adicción” (en palabras del ex – presidente de los EE.UU., George Bush Jr.) al petróleo.

En el gráfico que se adjunta[3], se relacionan los procesos económicos recesivos como consecuencia, entre otros factores, de los “picos” del precio del petróleo (debido, sobre todo en el pasado, a fenómenos geopolíticos o conflictos bélicos).

El marco energético global.

La Agencia Internacional de la Energía, en boca de su Presidente, ha reconocido un cenit de la producción mundial del petróleo convencional (el más accesible y barato) tan pronto como en el año 2020[4]; igualmente, un declive del petróleo convencional desde este año, y un agotamiento – que entiende será acelerado en el tiempo – de los grandes yacimientos de petróleo.

Otros expertos – especialmente los que integran la Asociación para el estudio del cenit del petróleo y del gas – hablan de una orquilla aún más estrecha, entre el año 2008 y el año 2012, con diferentes tasas de declive, etc.

En lo que sí parecen coincidir los diferentes análisis es en el fin del “crudo barato”. Para poner en producción reservas petrolíferas en sitios no convencionales es preciso pagar más por la energía, más aún cuando buena parte de esos esfuerzos vendrían destinados, ya no a crecer, sino a compensar el declive del petróleo “barato”.

El proceso actual de ajuste económico, por otra parte, está causando también un fenómeno “recesivo” en la exploración e inversión energética en general, y petrolera en particular, debido a los precios bajos de mercado del crudo, que desincentivan la inversión en nuevos recursos, así como la falta de financiación para emprender proyectos en ese sentido.

Como es evidente, en el proceso de producción petrolera, además del factor puramente de extracción, intervienen otros de índole social, financieros, geoestratégicos, etc. que condicionan el complejo energético. No obstante, las evidencias geológicas de descenso importante de los descubrimientos de petróleo en las últimas décadas, auguran un declive posterior de la producción, que en yacimientos importantes del Mundo ya estamos viendo.

El cuadro que se adjunta, en el que se observa el citado declive de yacimientos “gigantes” descubiertos (los que albergan el mayor número de reservas) y, sobre todo, el hecho de que el volumen de petróleo extraíble de ellos sea cada vez menor, ilustra este fenómeno del declive de producción posterior[5].

Qué duda cabe que para cualquier desarrollo económico es preciso tomar en cuenta los requerimientos energéticos, más aún si se pretenden realizar ampliaciones cambios en su estructura, lo que por definición requiere de inversiones y mayor esfuerzo energético.

El marco de apoyo público y comunitario.


Es preciso ver en perspectiva cómo el marco público de apoyo a la actividad económica puede verse erosionado en el inmediato futuro debido a la crisis financiera y energética global, y en qué medida esto puede afectar al impulso de actividades en los diferentes sectores económicos. En todo caso, la dimensión del apoyo público, mientras se mantenga, será importante en una era de restricción crediticia, siendo más controvertido el objetivo principal de esas ayudas: si intentar apuntalar el modelo de crecimiento económico convencional, o hacer apuestas por reorientar las inversiones hacia sectores que reduzcan en lo posible la dependencia de factores exógenos.

¿Qué modelo en Canarias?

La crisis económico financiera global presidirá la toma de decisiones en los próximos años, condicionada a su vez por el proceso de crisis energética. Quiere decirse que habrá que tomar en cuenta ambos aspectos, y no de forma autónoma, como se suele hacer.

En términos de ciclo económico, hemos entrado en una era de “emergencia”, porque están tambaleándose los fundamentos de la expansión económica que forjaron la estructura económica insular: existe una velada amenaza de vuelta del proteccionismo internacional; desde luego, un descenso importante del tráfico mundial de mercancías, y una falta de fe en el futuro del crecimiento económico, lo que afecta sobremanera a los espacios frágiles como las Islas.

En ese entorno, más allá de las lamentaciones, y en paralelo al estado de “emergencia” real, se deben activar las urgencias, también en el sector industrial: las Islas Canarias necesitan impulsar de forma definitiva sectores clave, que aquí consideramos pueden ser cuatro, de generación de mayor autonomía en un futuro lleno de incertidumbres. Es importante centrar los esfuerzos en estos sectores – agua, energía, producción alimentaria y relaciones con el entorno africano inmediato – para amortiguar los efectos seguros de un proceso de pérdida de expectativas de crecimiento económico.

Energía: la búsqueda del ahorro energético, la potenciación de sistemas de almacenamiento de energía eólica y solar, así como el refuerzo de sistemas que operen con independencia de la red eléctrica, o que permitan la penetración en red de la potencia volcada por las energías renovables, son algunos de los campos de conocido desarrollo de este sector.

El objetivo esencial sería el de preparar a las Islas Canarias para una situación de crisis energética prolongada, con todas las consecuencias de este fenómeno.

Agua:
la disponibilidad de agua será un factor limitante en el futuro, de registrarse la expansión del consumo que existe en la actualidad, que está requiriendo crecientes esfuerzos energéticos, pese a la eficiencia también creciente de procesos como la desalación. Canarias debe centrar esfuerzos en tener un ciclo integral de la gestión del agua lo más autónomo y eficaz posible, siendo consciente de la limitación natural de los recursos disponibles, y de que el incremento de la oferta requerirá en el futuro creciente insumo de recursos del exterior.

Sector primario: el mercado interior de abastecimiento alimentario será clave en el futuro, lo que hace imprescindible, más allá de los graves factores de limitación de escala, falta de competitividad con respecto al exterior, etc., desplegar un desarrollo de iniciativas de recuperación del medio agrario, haciendo uso de las tecnologías precisas, y optimizando la escasez natural de nuestros recursos.

Cercanía a África:
como es conocido, hay esfuerzos por crear sinergias con las economías del oeste africano. Este “nicho” de posibilidades podría servir, como ya se ha impulsado por otro lado, a las Islas como nodo de comunicaciones y reenvío de bienes de equipo, etc.

Adenda: ¿Más suelo industrial?


Una de las “estrellas” habituales de cualquier instrumento de planeamiento o desarrollo económico consiste en urbanizar más suelo. En Canarias, el precio del suelo – dado su carácter de “edificable de facto” y con expectativa de importantes retornos a corto plazo – es considerablemente alto, relacionado también con su escasez real, en un territorio pequeño. Se considera normalmente que poniendo “más suelo en el mercado”, éste se abaratará considerablemente. Esta fórmula no ha funcionado en los últimos años de impulso urbanizador, sino que, bien al contrario, se ha consolidado el incremento de su precio, en general. Así, pese a que se denuncia “falta de suelo industrial”, es habitual ver extensiones importantes de los llamados “polígonos industriales”, de solares sin edificar: el precio que se pide por su metro cuadrado es un obstáculo para numerosas iniciativas. No existe, al menos hasta ahora, una relación directa entre ofertar más suelo y reducción de su precio y accesibilidad.

Más aún: el proceso de destrucción económica que está teniendo lugar en las islas supondrá una reversión importante de la tendencia de ocupación del espacio industrial. La quiebra numerosa de empresas del sector de la construcción y equipamientos puede dejar ociosa una destacada fracción de los polígonos industriales.

Esto es, más suelo a disposición para urbanizar no supondrá abaratamiento significativo del precio – hay enormes resistencias a admitir la pérdida de valor del suelo urbanizable y, sobre todo, seguirá siendo “refugio” de inversión y ahorro en el inmediato futuro – y, por otro lado, existirá un espacio sin uso de facto – debido a la crisis económica – que hará entrar en el mercado una extensión creciente de superficie susceptible de aprovechamiento industrial.

En conclusión, podemos afirmar que la crisis que se reconoce tenderá a poner más espacio industrial en el mercado, aunque ello no es garantía de la disminución de su precio. Pero tampoco urbanizar más suelo es garantía de ello, realmente. Quedan mecanismos de “intervención pública” en la planificación y oferta de esos usos, lo que requeriría probablemente cambios legislativos, de carácter extraordinario, que penalizaran la retención de espacio edificado sin usar – con carácter especulativo -, y promovieran la puesta en el mercado del mismo.

[1] Extracto de la intervención del Sr. Birol en el foro del “Council of Foreign Relations”, en diciembre de 2008, que se puede seguir en: http://www.theoildrum.com/node/4952. El Director de la Agencia afirma que es posible conseguir compensar ese declive petrolero con importantes inversiones (afirma que el petróleo debe de subir de precio para ello), aunque se han expresado diferentes dudas sobre qué enclaves geológicos tendrían suficientes reservas, para emular al gigante Saudí, con yacimientos supergigantes descubiertos hace más de cuatro décadas. En todo caso, se admite el “fin del petróleo fácil y barato”, algo de enorme trascendencia en el devenir económico internacional.
[2] Aquí, en inglés, el video de su intervención: http://www.youtube.com/watch?v=lDNMjV6sumQ&eurl=http://www.casttv.com/video/fmf9om/colin-campbell-predicts-credit-crunch-due-to-peak-oil-2005-video
[3] Gráfica tomada del artículo Jeff Rubin: Oil Prices Caused the Current Recession, de http://www.theoildrum.com/node/4727, Noviembre de 2008.

[4] Tomado del diario británico The Guardian, en http://www.guardian.co.uk/business/2008/dec/15/global-oil-supply-peak-2020-prediction .

[5] Gráfica tomada del artículo “The evolution of giant oil field production behaviour”, de Mikael Höök, Bengt Söderbergh, Kristofer Jakobsson y Kjell Aleklett, de la Universidad sueca de Uppsala. En: http://www.tsl.uu.se/uhdsg/publications/GOF_NRR.pdf

La otra razón de la crisis del gas


Uno de los usos esenciales del gas natural en el Planeta es el de posibilitar la calefacción que otrora garantizara el carbón y, más allá, la madera, mientras hubo bosques suficientes. El Gas Natural ha sido el último hidrocarburo en incorporarse al llamado “mix energético global” – básicamente tras la segunda guerra mundial -, y hoy es un elemento importante, además de para permitir la supervivencia en las latitudes del Norte, también en la garantía de suministro eléctrico y, sobre todo, de importantes sectores industriales, especialmente en los países más ricos del Mundo.

Las reservas conocidas de Gas Natural, que aún hoy se queman en parte en los yacimientos de petróleo por falta de infraestructuras para su aprovechamiento – “gas flaring” -, están más concentradas que en el caso del petróleo. Concretamente tres países: Irán, Qatar y Rusia albergan casi un sesenta por ciento de las mismas, destacando de lejos Rusia, con un tercio de los depósitos mundiales, pero también creciente consumidora de ese recurso.

Los mayores descubrimientos de Gas Natural de la historia tuvieron lugar en los años setenta del pasado siglo, una década después de los registrados para el petróleo, de tal manera que desde los años ochenta los hallazgos de nuevas reservas se han aproximado al creciente consumo anual. El geólogo Jean Lahèrrere, cofundador de la Asociación para el Estudio del cenit del petróleo y del gas, estima que, teniendo en cuenta la tendencia declinante del tamaño de las reservas descubiertas, y haciendo la advertencia de la mala calidad de los datos que ofrecen los diferentes países, podría existir un techo histórico de producción de gas natural en la década de 2020, para posteriormente, siguiendo el modelo de la curva de Hubbert, declinar. Sin embargo, conviene tener en cuenta que, por la experiencia acumulada, se considera que las tasas de decrecimiento de los yacimientos de gas natural son sustancialmente mayores que las existentes en los pozos de petróleo.

En el caso de la Europa Occidental, exceptuando el caso de Noruega – cuya producción aún podría ascender durante algunos años más – el resto de países tiene una producción declinante o estabilizada, dependiendo cada vez más del exterior, según Euan Mearns, analista de www.theoildrum.com. Especialmente significativo es el declive del Reino Unido, desde el año 2000, con tasas importantes de descenso, lo que hace a este país muy vulnerable para el futuro en ese aspecto.

Por su parte, Rusia bombea hoy la mitad del Gas de tres yacimientos gigantes, descubiertos hace cuarenta años, y ya en declive, orientándose claramente sus esfuerzos actuales en el desarrollo de costosos proyectos en zonas del este siberiano, como nos recuerda el investigador Bengt Söderbergh, de la Universidad de Uppsala, pugnando crecientemente por mantener una producción que cada vez más se surtirá de recursos menos accesibles.

La Agencia Internacional de la Energía ya advirtió en su último informe especializado en el mercado mundial del gas – Natural Gas Market Review de 2007 – que en el tránsito de la primera a la segunda década del siglo XXI, el Mundo podría sufrir escasez de gas, no tanto por insuficiencia definitiva de reservas, como porque la oferta desarrollada tendría dificultades para satisfacer la demanda rampante, simbolizada ésta en la frenética y conflictiva construcción de gaseoductos y terminales regasificadoras, sobre todo en los países de mayor renta, entre ellos España, que ostenta, según el geólogo Mariano Marzo, el record internacional de incremento del consumo de Gas Natural, haciéndose crecientemente dependiente del Gas Natural norteafricano con perspectivas de crecimiento de producción hasta mediados de la próxima década, según los parámetros actuales y los yacimientos descubiertos.

Es necesario tomar en cuenta los análisis de estos expertos como elemento de interpretación, entre otros, que nos permita entender los crecientes conflictos por este recurso, como el larvado existente en el trazado de gaseoductos, la pugna con Irán – gran detentador además, de reservas de crudo –, la preliminar creación de la “OPEP del gas”, o los cortes de suministro de Rusia a Europa, que nos recuerda el uso primordial que tendrá el gas natural en el futuro: intentar aplacar los fríos inviernos de los países del Norte, que son, por otra parte, quienes más estarán dispuestos a pagar por su precio, habida cuenta que su ausencia cuestiona la supervivencia en esas zonas del Mundo.