jueves, febrero 11, 2010

El petróleo inglés

Un grupo de grandes empresas británicas del sector de la construcción, energéticas y de transportes ha difundido recientemente el informe con el título “La crisis del petróleo. Una llamada de atención a la economía del Reino Unido” (enlace al informe), en el que solicitan medidas urgentes al gobierno de la isla en relación con la crisis consecuencia del fin del petróleo barato que, entienden, se cierne sobre la economía global en los próximos cinco años.

(Noticia en el Wall Street Journal)

Consideran estos empresarios, entre los que se encuentran los propietarios del conglomerado Virgin (Sir Richard Branson), o de la transportista Stagecoach, que es posible estimar un techo de flujo de petróleo a nivel mundial entre el año 2011 y el año 2013, tras el que se vislumbra un retroceso en la producción, que supondría un incremento inevitable de los precios del crudo, retrotrayéndonos a los tres dígitos en el coste del barril del año 2008, un episodio que contribuyó a la crisis crediticia que hoy vivimos.

El caso del Reino Unido merece especial atención, porque representa hoy, a través del yacimiento del Mar del Norte – que se comenzó a desarrollar en los años setenta del pasado siglo - un caso paradigmático de declive de producción, como al parecer suele ser habitual en estos desarrollos petroleros de aguas profundas (se acelera la extracción, para amortizar los altos costes de las instalaciones, a costa del rendimiento ulterior del pozo). Efectivamente, entre el año 1999 (año del cenit de producción en esa zona) y el actual, la extracción ha descendido a la mitad. La consecuencia inmediata para la economía de este país ha sido que pasara de ser exportador a importador de crudo desde hace un lustro, por primera vez en décadas; y, sobre todo, que su balanza de pagos sea crecientemente deficitaria, lo que se puede convertir en un problema estructural de primer orden.

Estos representantes de grandes empresas creen que el escenario energético petrolero requiere de la adopción de medidas que, inevitablemente, le corresponderá gestionar al próximo gabinete que ejerza el poder desde Downing Street. Así, dibujan un panorama de dos opciones: una de ellas, que ignora estas perspectivas de crisis petrolera, tendría como consecuencia una creciente dependencia del exterior y una continua devaluación (1% anual) de la libra esterlina, con una repercusión clara en las finanzas de esta potencia. La otra opción es la de una especie de urgente terapia de choque basada esencialmente en la mejora de la eficiencia y seguridad energética insular, hasta el punto de que se dibujan objetivos de la contención del consumo en más de un treinta por ciento para el año 2025, reduciendo al máximo la vulnerabilidad hacia los precios del petróleo y el gas, que prometen volatilidad y tendencia alcista paralela a las previsibles tensiones que desate una reactivación económica global.

Esas propuestas de programas de eficiencia incluyen absolutamente todos los sectores económicos: desde la masiva electrificación del transporte, con un especial cambio modal hacia la movilidad pública, con la máxima participación de las energías renovables; hasta la eficiencia energética en todos los procesos productivos, desde el primario hasta el comercial. Estas medidas, tomadas con la decisión adecuada, podrían contribuir a paliar unas perspectivas preocupantes, cuyas repercusiones debieran merecer toda la atención por parte de nuestra comunidad.

viernes, febrero 05, 2010

El factor China


Sostiene Kate Mackenzie, del diario Financial Times, que es China quien está sosteniendo los precios actuales del petróleo. En su análisis, basado en datos de Goldman Sachs, se refleja que el país asiático ha compensado casi exactamente la caída abrupta de la demanda de crudo en los Estados Unidos, con un incremento de su consumo de petróleo, lo que hace entrever una robusta capacidad de absorber nueva capacidad de expansión, tal es la inercia que mantiene esa nueva “fábrica del Mundo”, como ha sido denominada.

Resulta significativo, en ese aspecto, cómo China está importando con fruición, por ejemplo, la producción de petróleo creciente de Angola, o la rapidez con la que se sitúan empresas petroleras de ese país como CNPC y CNOOC, en Gabón, Nigeria, Sudán y otros territorios del llamado “West Africa”. Igualmente, los movimientos geoestratégicos vinculados al crudo vislumbran “desviaciones”, quizás más preocupantes, del petróleo Saudí hacia un mercado que sigue creciendo a un ritmo anual cercano a los dos dígitos, ante caídas abruptas del consumo occidental que, igualmente, supera los dos dígitos en algunos indicadores de consumo, pero en sentido contrario. Lo mismo podemos decir en relación con el mercado global del gas, y la pretensión del país más poblado del Mundo de generar los convenientes lazos de hermandad – en forma de gaseoductos – con el vecino ruso.

Precisamente, conviene detenernos en uno de esos indicadores considerado convencionalmente como de salud económica, para evaluar la importancia del “factor China”: la analista de “TheOilDrum”, Gail Tverberg, estudiaba recientemente las escalofriantes cifras del crecimiento de ese país en el sector del transporte, partiendo de datos oficiales. Según los mismos, durante los años 1987 a 2007, su crecimiento medio anual del número de nuevos propietarios de vehículos había sido de un 30%. En el transporte aéreo, había superado el 15% anual en la última década. Con esa tendencia, estimaba Tverberg, ese país tendría el mismo parque de vehículos que los Estados Unidos, ¡en tan sólo siete años!, aunque está por ver de dónde provendría el combustible para ello. Y aún así, todavía China poseería una quinta parte de la ratio de vehículos por habitante que tiene la todavía primera potencia mundial, y menos de la mitad de la que detentan los ciudadanos europeos occidentales.

Al gigante le ayuda otro gigante, India, que también está creciendo significativamente en su nuevo parque de vehículos. Según Rahul Goswami , que cita datos de la confederación industrial de ese país, en el periodo 2003-2008 la venta de coches del otro territorio “mil millonario” en habitantes, se incrementó en un 25% anual. Esperan ser, en el año 2016, el sexto mercado mundial de venta de coches. No es de extrañar, de esa manera, que la administración norteamericana haya mostrado ya públicamente su inquietud por lo que resulta de factor de creciente competencia por los recursos energéticos en el Mundo, la presencia de semejantes tasas de incremento del consumo, por mucho que éstos sigan estando muy alejados de las ratios de los países más ricos.

Se ha hablado hasta la saciedad de hasta qué punto la expansión china, que algunos califican también como burbuja, podrá soportar por más tiempo una recesión global, siendo como son sus gigantescas fábricas suministradores dependientes de los mercados occidentales y su solidez financiera. Pero, por otro lado, se puede llegar a pensar que China, realmente, se está pertrechando como una gran potencia que acapara, a través de sus proverbiales bajos costes, recursos y nuevos lugares de posterior suministro de productos para cautivos mercados que desmantelan sus sectores industriales propios, como le ha ocurrido a los EE.UU. o, en parte, a Europa. También se analiza la viabilidad de ese descomunal modelo en un entorno de petróleo caro, esto es, en un marco de globalización menos rentable. Sea como fuere, a la tarta de los recursos se han acercado, a una velocidad que nos podría resultar extravagante en otro contexto, unos cientos de millones de nuevos consumidores que ejercerán de factor clave en cualquier venidero llamamiento a los brotes verdes, en la medida en que sus tallos han sido fertilizados con el brebaje del crecimiento exponencial que solíamos pensar estaba reservado sólo para una minoría del Norte occidental. En el ámbito de los recursos naturales, se asegura que en este escenario, con los actuales ritmos de extracción y, en algunos casos de reservas, se incrementará la pujanza global por los mismos, en forma de precios altos, algo que quizás esté inaugurando una nueva era con consecuencias de importante calado para las economías occidentales.