El Gobierno de Canarias difundió recientemente el contenido del importante “Plan estratégico de conectividad aérea del archipiélago”, estudio en el que analiza la situación actual del transporte aéreo en sus rutas desde los territorios europeos emisores de turistas, y se emplaza a adoptar medidas de urgencia para evitar que se consolide la tendencia iniciada durante el año 2008 de reducción de esas conexiones, promoviendo un catálogo de propuestas de recuperación de una “senda de crecimiento”, a través especialmente de campañas de promoción, subvenciones indirectas, etc.
El documento, disponible en la web oficial de la Consejería de Turismo, puede ser calificado como de gran trascendencia en el análisis de nuestra reciente historia económica, al reflejar un punto de inflexión sobrecogedor para la economía y la población de las islas; fruto de varias circunstancias, Canarias está pasando de ser referencia casi preferencial en las conexiones del transporte aéreo con el turismo español, alemán y británico, especialmente, para entrar a competir con otros países – singularmente Egipto y Turquía, como comenta el Informe – con costes sustancialmente inferiores en destino, y distancias similares con el viejo continente. Antes del estallido de la crisis económica, el crecimiento de burbuja permitió abonar de forma creciente la extensión del fenómeno del sol y playa en numerosos lugares del mediterráneo y allende los mares, al igual que alimentó el continuo crecimiento de la ya reconocida sobreoferta alojativa del archipiélago, que llega a situarnos prácticamente en el medio millón de camas turísticas, lo que precisa de una cifra no muy inferior a los 10 millones de visitantes anuales para mantener con suficiencia una actividad, forjada en barrotes de sol y playa, cubiertos de arena dorada.
Pero de entre los factores que más visiblemente están reflejando la quiebra de un modelo de crecimiento, sin duda alguna, hay que destacar el comportamiento de las compañías aéreas en esta nueva etapa de inestabilidad económica, algo que refleja claramente el citado Informe oficial. Nos dice que ante la “debilidad de la demanda en los principales mercados emisores”, el tándem Touroperador – Compañía aérea opta por la reducción de riesgos y por priorizar destinos con mayor margen económico por turista trasladado. Las compañías aéreas han recibido el embate primero de la tendencia alcista del precio del petróleo, y después los efectos de la reducción de la demanda, dirigiendo sus esfuerzos las empresas supervivientes hacia la reducción de costes en casi todos los capítulos de gasto de una entidad de este tipo. La condena al bajo coste, la volatilidad persistente del crudo – inevitable desde estos años en ciclos más o menos veloces – y el deterioro inevitable de la economía suntuaria en momentos de ajustes, son ingredientes con los que tendrán que convivir las economías que dependan en gran medida del transporte aéreo.
El Gobierno de Canarias ha hecho suyas las recomendaciones del Informe y promoverá ayudas públicas, intentando salir al rescate de las rutas aéreas para hacerles atractiva la conectividad con el archipiélago, dadas las enormes repercusiones económicas y sobre el empleo que tiene la pérdida de cualquier conexión; amen de que el texto considera, como no podía ser menos en un estudio con perspectiva económica convencional, que el ritmo de incremento exponencial de la demanda se recuperará de nuevo.
El transporte aéreo ha sido calificado como una industria del tipo “canario en la mina” en nuestra sociedad con tasas de alta movilidad, por la gran sensibilidad que muestra su comportamiento como actividad ante crisis de cierto calado. Lo mismo podemos decir de Canarias, o territorios similares, “atrapados”, entre resorts de lujo, tras los barrotes de la alta conectividad aérea, una conectividad que ha mostrado, para impresión de cualquiera que conozca la situación actual del archipiélago, incipientes trazas de una desconexión cuyas repercusiones sólo entienden bien los isleños.
El documento, disponible en la web oficial de la Consejería de Turismo, puede ser calificado como de gran trascendencia en el análisis de nuestra reciente historia económica, al reflejar un punto de inflexión sobrecogedor para la economía y la población de las islas; fruto de varias circunstancias, Canarias está pasando de ser referencia casi preferencial en las conexiones del transporte aéreo con el turismo español, alemán y británico, especialmente, para entrar a competir con otros países – singularmente Egipto y Turquía, como comenta el Informe – con costes sustancialmente inferiores en destino, y distancias similares con el viejo continente. Antes del estallido de la crisis económica, el crecimiento de burbuja permitió abonar de forma creciente la extensión del fenómeno del sol y playa en numerosos lugares del mediterráneo y allende los mares, al igual que alimentó el continuo crecimiento de la ya reconocida sobreoferta alojativa del archipiélago, que llega a situarnos prácticamente en el medio millón de camas turísticas, lo que precisa de una cifra no muy inferior a los 10 millones de visitantes anuales para mantener con suficiencia una actividad, forjada en barrotes de sol y playa, cubiertos de arena dorada.
Pero de entre los factores que más visiblemente están reflejando la quiebra de un modelo de crecimiento, sin duda alguna, hay que destacar el comportamiento de las compañías aéreas en esta nueva etapa de inestabilidad económica, algo que refleja claramente el citado Informe oficial. Nos dice que ante la “debilidad de la demanda en los principales mercados emisores”, el tándem Touroperador – Compañía aérea opta por la reducción de riesgos y por priorizar destinos con mayor margen económico por turista trasladado. Las compañías aéreas han recibido el embate primero de la tendencia alcista del precio del petróleo, y después los efectos de la reducción de la demanda, dirigiendo sus esfuerzos las empresas supervivientes hacia la reducción de costes en casi todos los capítulos de gasto de una entidad de este tipo. La condena al bajo coste, la volatilidad persistente del crudo – inevitable desde estos años en ciclos más o menos veloces – y el deterioro inevitable de la economía suntuaria en momentos de ajustes, son ingredientes con los que tendrán que convivir las economías que dependan en gran medida del transporte aéreo.
El Gobierno de Canarias ha hecho suyas las recomendaciones del Informe y promoverá ayudas públicas, intentando salir al rescate de las rutas aéreas para hacerles atractiva la conectividad con el archipiélago, dadas las enormes repercusiones económicas y sobre el empleo que tiene la pérdida de cualquier conexión; amen de que el texto considera, como no podía ser menos en un estudio con perspectiva económica convencional, que el ritmo de incremento exponencial de la demanda se recuperará de nuevo.
El transporte aéreo ha sido calificado como una industria del tipo “canario en la mina” en nuestra sociedad con tasas de alta movilidad, por la gran sensibilidad que muestra su comportamiento como actividad ante crisis de cierto calado. Lo mismo podemos decir de Canarias, o territorios similares, “atrapados”, entre resorts de lujo, tras los barrotes de la alta conectividad aérea, una conectividad que ha mostrado, para impresión de cualquiera que conozca la situación actual del archipiélago, incipientes trazas de una desconexión cuyas repercusiones sólo entienden bien los isleños.